La regla de los 4 regalos
Es evidente que los papás queremos darle a nuestros hijos las mejores condiciones para que se desarrollen y disfruten su infancia, tanto emocional como materialmente. Los juguetes no son una excepción y esto se incrementa en la medida en que los padres tienen más recursos económicos.
Un ejemplo evidente es que cuando los niños esperan la llegada de los juguetes, están muy emocionados, ansiosos e inclusive algunos se resisten a ir a dormir. Llega el día de los regalos y en el árbol hallan muchos paquetes, corren hacia el primero, lo abren rasgando el papel, y casi inmediatamente pasan al siguiente regalo. En México se estima que los niños reciben en navidad o reyes más de 6 regalos, y por el contrario de lo que pudiera pensarse, regalarles tantas cosas en una sola emisión lejos de ser beneficioso para ellos, puede resultar contraproducente, llegando a desarrollar lo que se denomina ‘Síndrome del niño hiperregalado’. Este consiste en que el exceso de juguetes y el poco tiempo que pasan con sus padres, puede llevarles a cierta indiferencia o ‘anestesia emocional’ donde los niños se valoren a sí mismos en función de la cantidad de juguetes que reciben, pudiendo comportarse con cierta petulancia o egoísmo.
Respecto a esto, se considera que el exceso de juguetes los sobreestimula en tal grado que pueden desarrollar apatía –ya que no valoran lo que reciben- y un bajo nivel de tolerancia a la frustración, que es una habilidad esencial para la vida.
Para ellos, los especialistas han desarrollado la llamada ‘Regla de los 4 regalos’:
- Dale un regalo que pueda ponerse: zapatos, suéteres, pantalones o vestidos.
- El segundo regalo se recomienda que sea relacionado con la lectura, de acuerdo a los intereses y a la edad del niño.
- Luego regálale algo que desee mucho: así conserva el deseo por los obsequios.
- Finalmente, es momento de un regalo útil: algo que necesite en verdad, por ejemplo unos cayones o una lonchera.
Sí, los regalos son lindos y es hermoso ver sus rostros emocionados. Sin embargo, el tiempo que pasamos con nuestros hijos es esencial en su desarrollo formativo y seguramente lo prefieren antes que cualquier juguete. Muchas veces nuestro tiempo y convivencia es el obsequio más gratificante que pueden recibir.